Confesiones / San Agustín; traducción Eugenio de Zeballos

Por: Agustín Santo, Obispo de HiponaColaborador(es): Zeballos, Eugenio deTipo de material: TextoTextoIdioma: Español Detalles de publicación: Madrid: J.A. Mestas, 2004Descripción: 555 p.; 19 cmISBN: 9788495994400Tema(s): FILOSOFÍA CRISTIANA (PATRÍSTICA) | COMPRENSIÓN DE TEXTOS | ESTRATEGIAS DE APRENDIZAJEClasificación CDD: 270.2092
Contenidos:
Contenido: Confiesa San Agustín los vicios y pecados de su infancia y de su puericia, y da gracias a Dios por los beneficios que recibio de su mano en una y otra edad. -- Llora amargamente el año decimosexto de su edad, en que, apartado de los estudios estuvo en su casa, y se dejó llevar de los halagos de la lascivia, y se entregó a una vida derramada y licenciosa. -- Confiesa cómo en Cartago se enredó en los lazos del amor impuro; que leyendo allí el Hortensio, de Cicerón, el año 19 de su edad, se exitó al amor de la sabiduría, y cómo después cayó en el error de los maniqueos. Últimamente refiere al sueño que tuvo su santa madre, y la esperanza y seguridad que le dio un obispo acerca de su conversión. -- Recorre los nueve años de su vida, en que desde el año 19 hasta el 28 enseñó retórica, y tuvo una manceba, y se dedicó a la astrología genetñíaca. Después se duele del excesivo e inmoderado dolor que tuvo por la muerte de un amigo, y el mal uso que hacía de su excelente ingenio. -- Habla del año 29 de su edad, en el cual, enseñando él retórica en Cartago, y habiendo conocido la ignorancia de Fausto, que era obispo, el más célebres de los maniqueos, comenzó a desviarse de ellos. Después, en Roma, fue castigado con una grave enfermedad. Interrumpió por eso en la enseñanza de la retórica, pasó después a enseñarla a Milán, donde, por la humanidad y sermones de San Ambrosio, fue poco a poco formado mejor concepto de la doctrina católica. -- Cuenta lo que hizo en Milán en el año 30 de su edad, fluctuando en sus dudas todavía. Confiesa que San Ambrosio poco a poco le hizo ir conociendo que la verdad de la fe católica era probable. Mezcla también muchas cosas de Alipio, y de sus buenas costumbres, y refiere el propósito qu él y su madre habían formado de que tomase el estado del matrimonio. -- Explica las ansias de su alma, que se fatigaba en la imaginación del mal; cómo llegó también a conocer que ninguna sustancia era mala, y que en los libros de los platónicos halló el conocimiento de la verdad incoropórea y del Verbo divino; pero no halló su humildad y anonadamiento. -- Desechados todos los errores; encendidos con los consejos de Simpliciano, con los ejemplos de Victorino, de Antonio, de los dos magnates y de otros siervos de Dios; después de una gran contienda y lucha con la concupiscencia, y una dificultosa deliberación; amonestando con una voz divina, y leídas las palabras de San Pablo en la Epístola a los romanos (cap. XIII, 13 y 14), se convirtió todo a Dios, imitándole Alipio, y con gran alegría de su madre. -- Vase Agustín con su madre y los demás compañeros a la quinta Verecundo. Renuncia a la cátedra de retórica, y se ocupa de escribir libros. Después, a su tiempo vuelve a Milán, donde con Alipio y Adeodato recibe el bautismo. Desde allí dispone volverse a África, en compañía de su madre y de los demás. Después refiere la vida de su santa madre y su muerte acaecida en el puerto de Ostia. Finalmente, cuenta piadosa y elegantemente su sentimiento y llanto, como amante y buen hijo de tal madre. -- Muestra por qué grados fue subiendo al conocimiento de Dios; que se halla a Dios en la memoria cuya capacidad y virtud describe hermosamente; que sólo en Dios está la verdadera bienaventuranza que todos apetecen, aunque no todos la buscan por los medio legítimos. Después describe el estado presente de su alma, y los males de las tres concupiscencias. -- Repite los motivos que tuvo para escribir esta obra. Alaba a Dios por lo que había adelantado en la inteligencia de la Sagrada Escritura. Declara de muchos modos aquellas palabras del Génesis: "En el principio creó Dios el Cielo y la Tierra". Responde a los que preguntaban qué hacía Dios antes de crear el Cielo y la Tierra, haciéndoles ver lo absurdo de su pregunta, con la diferencia que hay de la Eternidad al tiempo. -- Prosigue explicando las referidas palabras del Génesis y distingue entre el Cielo del Cielo, y el Cielo de la Tierra. Dice que Moisés solamente habla del principio, y que en él están significadas las substancias espirituales; como la materia informe de la palabra Tierra. Que estas dos sustancias no se sujetan al tiempo; y la una está cerca de la Nada, y la otra cerca de Dios. Que las palabras de Moisés pueden recibir diversos y verdaderos significado; pero que los que sostengan diversas o contrarias opiniones las han de sostener sin lesión de la paz y caridad. -- Se confiesa agradecido a los beneficios que Dios le había hecho; le suplica que habite de asiento en su alma, y le comunique luz para entender las primeras cláusulas del Génesis. Descubre allí al Padre, al hijo y al Espíritu Santo, y en nuestra alma una imagen de este misterio. Halla en la historia de la creación insinuado el establecimiento de la Iglesia, y los medios de que Dios se valió para fundarla, extenderla y perfeccionarla.+
Resumen: Resumen: El libro contiene la obra espiritual de San Agustín, la formación de su pensamiento y su iniciación mística, hasta el punto de representar a la vez de una gran obra filosófica y una dramática autobiográfica. Publicada en uno de los periodos más dramáticos de la historia, las Confesiones constituyen el fundamento del pensamiento especulativo cristiano y, en gran parte, de todo el pensamiento moderno. Son una verdadera epopeya de la conversión cristiana, encerrada en el drama interior de un hombre, en quien se afirman todos los elementos pasionales y teoréticos en que se pueda fundar. Poquísimas obras, en la literatura de todos los tiempos, muestran como ésta, con su indisoluble unidad, el desarrollo de una experiencia especulativa y el de una experiencia religiosa y humana.
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Contenido: Confiesa San Agustín los vicios y pecados de su infancia y de su puericia, y da gracias a Dios por los beneficios que recibio de su mano en una y otra edad. -- Llora amargamente el año decimosexto de su edad, en que, apartado de los estudios estuvo en su casa, y se dejó llevar de los halagos de la lascivia, y se entregó a una vida derramada y licenciosa. -- Confiesa cómo en Cartago se enredó en los lazos del amor impuro; que leyendo allí el Hortensio, de Cicerón, el año 19 de su edad, se exitó al amor de la sabiduría, y cómo después cayó en el error de los maniqueos. Últimamente refiere al sueño que tuvo su santa madre, y la esperanza y seguridad que le dio un obispo acerca de su conversión. -- Recorre los nueve años de su vida, en que desde el año 19 hasta el 28 enseñó retórica, y tuvo una manceba, y se dedicó a la astrología genetñíaca. Después se duele del excesivo e inmoderado dolor que tuvo por la muerte de un amigo, y el mal uso que hacía de su excelente ingenio. -- Habla del año 29 de su edad, en el cual, enseñando él retórica en Cartago, y habiendo conocido la ignorancia de Fausto, que era obispo, el más célebres de los maniqueos, comenzó a desviarse de ellos. Después, en Roma, fue castigado con una grave enfermedad. Interrumpió por eso en la enseñanza de la retórica, pasó después a enseñarla a Milán, donde, por la humanidad y sermones de San Ambrosio, fue poco a poco formado mejor concepto de la doctrina católica. -- Cuenta lo que hizo en Milán en el año 30 de su edad, fluctuando en sus dudas todavía. Confiesa que San Ambrosio poco a poco le hizo ir conociendo que la verdad de la fe católica era probable. Mezcla también muchas cosas de Alipio, y de sus buenas costumbres, y refiere el propósito qu él y su madre habían formado de que tomase el estado del matrimonio. -- Explica las ansias de su alma, que se fatigaba en la imaginación del mal; cómo llegó también a conocer que ninguna sustancia era mala, y que en los libros de los platónicos halló el conocimiento de la verdad incoropórea y del Verbo divino; pero no halló su humildad y anonadamiento. -- Desechados todos los errores; encendidos con los consejos de Simpliciano, con los ejemplos de Victorino, de Antonio, de los dos magnates y de otros siervos de Dios; después de una gran contienda y lucha con la concupiscencia, y una dificultosa deliberación; amonestando con una voz divina, y leídas las palabras de San Pablo en la Epístola a los romanos (cap. XIII, 13 y 14), se convirtió todo a Dios, imitándole Alipio, y con gran alegría de su madre. -- Vase Agustín con su madre y los demás compañeros a la quinta Verecundo. Renuncia a la cátedra de retórica, y se ocupa de escribir libros. Después, a su tiempo vuelve a Milán, donde con Alipio y Adeodato recibe el bautismo. Desde allí dispone volverse a África, en compañía de su madre y de los demás. Después refiere la vida de su santa madre y su muerte acaecida en el puerto de Ostia. Finalmente, cuenta piadosa y elegantemente su sentimiento y llanto, como amante y buen hijo de tal madre. -- Muestra por qué grados fue subiendo al conocimiento de Dios; que se halla a Dios en la memoria cuya capacidad y virtud describe hermosamente; que sólo en Dios está la verdadera bienaventuranza que todos apetecen, aunque no todos la buscan por los medio legítimos. Después describe el estado presente de su alma, y los males de las tres concupiscencias. -- Repite los motivos que tuvo para escribir esta obra. Alaba a Dios por lo que había adelantado en la inteligencia de la Sagrada Escritura. Declara de muchos modos aquellas palabras del Génesis: "En el principio creó Dios el Cielo y la Tierra". Responde a los que preguntaban qué hacía Dios antes de crear el Cielo y la Tierra, haciéndoles ver lo absurdo de su pregunta, con la diferencia que hay de la Eternidad al tiempo. -- Prosigue explicando las referidas palabras del Génesis y distingue entre el Cielo del Cielo, y el Cielo de la Tierra. Dice que Moisés solamente habla del principio, y que en él están significadas las substancias espirituales; como la materia informe de la palabra Tierra. Que estas dos sustancias no se sujetan al tiempo; y la una está cerca de la Nada, y la otra cerca de Dios. Que las palabras de Moisés pueden recibir diversos y verdaderos significado; pero que los que sostengan diversas o contrarias opiniones las han de sostener sin lesión de la paz y caridad. -- Se confiesa agradecido a los beneficios que Dios le había hecho; le suplica que habite de asiento en su alma, y le comunique luz para entender las primeras cláusulas del Génesis. Descubre allí al Padre, al hijo y al Espíritu Santo, y en nuestra alma una imagen de este misterio. Halla en la historia de la creación insinuado el establecimiento de la Iglesia, y los medios de que Dios se valió para fundarla, extenderla y perfeccionarla.+

Resumen: El libro contiene la obra espiritual de San Agustín, la formación de su pensamiento y su iniciación mística, hasta el punto de representar a la vez de una gran obra filosófica y una dramática autobiográfica. Publicada en uno de los periodos más dramáticos de la historia, las Confesiones constituyen el fundamento del pensamiento especulativo cristiano y, en gran parte, de todo el pensamiento moderno. Son una verdadera epopeya de la conversión cristiana, encerrada en el drama interior de un hombre, en quien se afirman todos los elementos pasionales y teoréticos en que se pueda fundar. Poquísimas obras, en la literatura de todos los tiempos, muestran como ésta, con su indisoluble unidad, el desarrollo de una experiencia especulativa y el de una experiencia religiosa y humana.

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